En la Carrera de Artes Escénicas de la Javeriana es innegable que los procesos técnicos, teóricos y los laboratorios de investigación-creación son de gran importancia y van siendo sumados al proceso de aprendizaje de cada estudiante de acuerdo con sus intereses y necesidades expresivas, pero estas materias están sostenidas y alimentadas de ejes que de manera transversal, consecuente y orgánica les dan sentido y fuerza. Tal vez de entre ellos, el desarrollo del componente somático es uno de los que más profundo ya que cala en el desarrollo del aprendizaje, permitiendo al estudiante ir regulando su educación a partir de una toma de consciencia de sus bloqueos y también de sus potencialidades, adaptando su proceso de aprendizaje como una permanente reflexión, como una hipótesis que se va despejando a partir de sus propias respuestas.

Creo que ese descubrimiento y esta revelación fue uno de los componentes más importantes, que claramente, dieron fuerza al desarrollo de la estudiante Valentina Mendieta, quien llegó a la Carrera ya con elementos técnicos avanzados en su cuerpo y con concepciones muy claras, de qué hacer y cómo, para ser un buen ejecutante escénico en danza. Valentina debió asumir el reto de reinventarse como intérprete, ejecutante y creadora y así lograr redondear una visión más profunda de lo que la danza y el arte propician en su ser, en su entorno, en su vida.
Hay dos grande posiciones que nos plantea el desarrollo de una estética, sobre todo si venimos de la danza; por un lado está “el deber ser” que me obliga a ajustarme desde todo punto de vista a una patrones, estilos o concepciones de belleza estandarizados, a unas ideas técnicas y fórmulas para abordar el trabajo escénico; ese “deber ser” puede tomarse como una gran montaña a la que debo subir por obligación y alcanzar su cumbre para sentir que se instala en mí todo aquello que la academia me solicita. Pero por otra parte está el “deseo ser”, que de manera más somática me permite, a través de la toma de consciencia de mis limitaciones y posibilidades, ir desarrollando un aprendizaje más hecho a mi medida, bajo mis propios términos, haciendo todo los ajustes necesarios para obtener a un artista único, sensible, un investigador y un creador inquieto capaz de escuchar (se) y de esa manera generar una alianza sólida y verdadera que le permita a través de su transformación una visión colectiva, social y cultural.
Valentina tuvo un largo trance a través de estas dos posiciones, viajó entre el “deber” y el “deseo”, pero eso le costó un tiempo de frustración, de vulnerabilidad, de sentir a veces fracaso y a veces éxito, pero también le permitió ponerse metas altas y entrar en crisis para tomar decisiones sobre todo en las áreas de investigación creación. Pero estas mismas decisiones en vez de hacerla dar pasos atrás, la hacían saltar más alto y con mayor disciplina, esto se traducía todo el tiempo en una gran pasión por su proceso. Le permitió dejar de alimentar sólo sus habilidades estilísticas y pasó al desarrollo de un ser humano con mayor consciencia de sus dificultades, por lo tanto, con mayor empatía; con el reconocimiento de sus vacíos alcanzó a fortalecer sus mejores atributos entre ellos la determinación, la capacidad de juego y una gran sensibilidad creadora. Es de este tipo de situaciones que surge la frase que digo en clase: “el que conoce su celda, conoce su libertad”. Eso quiere decir que el que reconoce sus limitaciones conoce sus posibilidades.
Desde su ingreso al ciclo profesional Valentina busco formas de diversificar su visión de la danza y para ello probó diferentes estilos y propuestas, directores y concepciones de puesta en escena: Roots (Jazz), Ritmo 360 (Tap), Esencia Mixta y Poemario (Danza Contemporánea) y en este semestre de 2021 en un ensamble de danza tradicional. Esta diversidad le ha permitido ampliar sus rangos expresivos y darse permiso de ingresar a diferentes maneras de concebir la danza a través de una ejecución técnica e interpretación de gran excelencia, que además le permitió avanzar a nuevos derroteros escénicos.
Para el primer semestre de 2020 tuve la oportunidad de que Valentina hiciera parte del grupo de Técnica Básica de Danza Contemporánea, una clase diseñada junto a la Mtra. Sara Regina Fonseca, que tiene el objetivo de elevar el nivel general de quienes tienen énfasis en danza o un interés particular por las habilidades que le ofrece la misma. En esta clase eran notorias los diferentes estilos en lo que había navegado el cuerpo de esta estudiante y nos propusimos trabajar algunos elementos como la conectividad con el espacio, dinámicas y el peso, mucho peso que le permitiría ingresar a un lenguaje más contemporáneo, más terrenal, que le hiciera impactar más su propiocepción y sus conceptos estilísticos. Aún a pesar del gran empuje que tenía en la clase, eran notorias sus dificultades y debió luchar mucho para no frustrar sus buenas intenciones, más bien siempre fue lo suficientemente autocrítica y reflexiva para permitirse avanzar y culminar ese proceso, en medio de la llegada de la pandemia y todo lo logró con gran solvencia y evolución.
Se debe creer profundamente en que este proceso de aprendizaje te va a transformar y con esto en mente recibo a Valentina dentro del Laboratorio de Composición Coreográfica un espacio que está pensado para que los estudiantes descubran su propio lenguaje (el de su cuerpo) y a través de los diferentes elementos que conforman la composición escénica (tiempo y espacio) y así vayan desarrollando una práctica compositiva utilizando diferentes filtros y estilos de dramaturgia. Considerando el periodo de pandemia debimos adecuar todo este proceso de investigación creación al espacio virtual, adentrándonos también al mundo de lo audiovisual, de la video danza como forma de crear lo que se conoce como la “coreografía de la mirada”, es decir aquel trabajo coreográfico pensado para ser mediado por el ojo de la cámara (del operador) y de la edición (editor).
Valentina a través de su gran sensibilidad, supo ser paciente y proactiva con su proceso, mientras aún estábamos en el estudio dio muestras de ser una buena improvisadora, luchando con claridad por atender las pautas para encontrar nuevas maneras de expresión, trabajó con gran escucha de sus pares y en la discusión teórica siempre fue atenta, hacía preguntas interesantes y dio aportes claros sobre diferentes textos y reflexiones. En la etapa creativa cada estudiante debió plantearse un trabajo en unipersonal al que llamamos Corpografía, en donde se debía hacer una interiorización de las diferentes capas que conforman a cada creador: su cuerpo familia, patria, amoroso, social, cultural, etc. Ella desde el principio se marcó una ruta que la llevara hacia adentro más cerca de la idea del “yo deseo” que del “yo debo”; para este punto era claro que no había necesidad de demostrar nada a nadie, ni de verse de una manera determinada, sino de sentir, de dejarse envolver en su propia vulnerabilidad, esta investigación la llevo a un espacio más íntimo, convirtiéndolo en un lugar de comunicación y diálogo consigo misma haciendo que el participante (espectador) encuentre en su pieza (video danza) “Frágil” una fuerza y un poder para su propia evolución.
Finalmente quiero felicitar a Valentina Mendieta por su gran valentía, la que le permitió entrar en una lucha consigo misma y con sus preconceptos sobre la danza y la escena, sobre ser bailarina y creadora coreógrafa. Su gran pasión y amor por la escena, el compromiso con su proceso de aprendizaje y con las hermosas alas que nacieron a través de su expresión de “fragilidad”; su gran sensibilidad, su determinación y disciplina hablan de una persona, de una artista que será incansable para lograr las metas que se trace, siempre hará lo mejor por si misma y por lo tanto por su equipo de trabajo. Sin lugar a dudas será siempre una ejecutante e interprete brillante y entregada. Muchas gracias por invitarme hacer parte de tu portafolio y por permitirme ser testigo fiel de tus buenas cualidades que de seguro serán el norte de tu vida profesional.
HUMBERTO CANESSA ULLOA
Maestro de Cátedra Carrera de Artes Escénicas
Pontificia Universidad Javeriana Bogotá